Catarsis. Más allá de la política, un problema de cultura

Estimados lectores, queridos todos.

     Más que un post dedicado a un posible llamado de atención, es un breve desahogo que me doy el permiso de hacer y compartir con ustedes.

    Venezuela tiene un promedio de tres semanas en protestas. No voy a lanzar una crónica de los hechos porque eso no es lo que pretendo ilustrar en estas líneas. Durante este lapso de tiempo que me ha parecido eterno y tortuoso, he podido tomarme un tiempo para analizar la grave situación que enfrenta el país y que nos está arrastrando a todos a un atolladero a un ritmo acelerado. Tras muchas reflexiones y pensamientos, y aprovechando que mi carrera me ha dado los suficientes insumos para entender el contexto, llegué a la siguiente conclusión: El problema de Venezuela más que político, es cultural.

    Si bien es cierto que la política influye de manera significativa dentro de la sociedad, los miembros de la misma tienen cierta cuota de responsabilidad para que una nación vaya encaminada hacia un destino que les sea favorable a todos por igual. Lamentablemente ninguna de las partes se ha enfocado en tomarse de las manos realmente para hacer que Venezuela funcione como debe ser. Un error por parte de los gobernantes (sin importar la época del período de su mandato), ha sido ser asistencialistas.

     Tal vez se pregunten ¿qué quiere decir que un gobierno sea asistencialista?, vamos a colocar un ejemplo. Imagínense a una madre con su hijo. Mientras él es bebé evidentemente debe ayudarlo en satisfacer sus necesidades básicas, ya una vez que va creciendo en teoría debe ir independizándose de su madre y buscar soluciones por sí mismo, pero ella no  comprende que parte de la madurez emocional de su hijo es cumplir dicho proceso, y él crece bajo un régimen (por así decirlo) de consentimiento excesivo que no le da ese estímulo de independencia que es tan necesario para el ser humano. Una vez que éste crece, no sabe hacer nada por su cuenta y sigue dependiendo de su madre.
      ¿Qué factores conductuales puede manifestar ese individuo?. Uno posiblemente es que no va a saber crear o disponer de herramientas que le permitan hacer su vida mejor, otro podría ser el hecho de no valorar los bienes materiales e inmateriales que su madre o cualquier persona puedan suministrarle, y en tercer lugar (creo que es el más grave de todos), no tener aspiración de futuro, dado que su madre le sigue dando absolutamente todo, y por ende no desea salir de esa “Zona de Confort”. Trasladando este ejemplo al punto inicial, así  son los gobiernos asistencialistas. 
      Es cierto que éstos deben “suministrar la mayor calidad de vida y de alegría posible”, pero eso pueden cubrirlo en otros ámbitos, como por ejemplo permitir que la oferta de trabajo sea la más óptima para los ciudadanos, velar por la seguridad social e individual de todos los residentes de la nación, etc ( no los voy a mencionar porque eso es algo que todos sabemos), pero esa mayor cantidad de felicidad posible se logra cuando se educa a la población y se le incentiva  a tener sueños y trabajar por ellos para verlos  materializados.
     Siendo asistencialista se coarta  al individuo de poder tener esas aspiraciones y trabajar para alcanzarlas, ya que en lugar de sacarlos de esa Zona de Confort para hacerlo un ciudadano útil, solo sigue alimentando más el conformismo y  el  tan negativo y aborrecible “ esperar a que me den”. Estoy en contra totalmente de ese planteamiento que tiene años instaurado, porque eso no es de ahora, ha sido desde siempre.
      Pero dejando de un lado la politiquería (tema repetido y cliché, pero que sigue siendo una de las vertientes del problema) me voy a referir ahora a la parte cultural, que es la que me genera más preocupación y angustia.
      Tengo una cierta cantidad de tiempo bastante larga pensando que la cultura arraigada en el país está en la punta de la pirámide de problemas que tenemos en Venezuela. La historia del país  lo ha contado toda la vida y hemos tenido la oportunidad de palparlo en más de una oportunidad. Pues bien, enumeraré a continuación esas manifestaciones negativas que se han estado cosechando durante siglos,  y que hoy  están floreciendo causando estragos:
1.     Viveza Criolla: Quizá una de las manifestaciones conductuales más comunes y que yo siento más despreciable en mucha gente que vive acá. Viveza Criolla en resumidas cuentas es: No saber esperar, creer que se  puede  pasar por encima de todo el mundo, vulnerar las leyes y hacerse el loco para que nadie se dé cuenta, etc. La viveza criolla es sinónimo de la zona de confort ligada a la falta de respeto y de ciudadanía. También es sinónimo de no entender que así como tú llevas prisa, el de al lado también. Así como tú estás cansado y quieres irte sentado en el metro o en el autobús, el otro también. Así como tú tienes que llevarle comida a tu familia, el otro posiblemente también, y tú no eres más que nadie para pasar por encima del resto.
2.     Fanatismo político: En este no me voy a extender, pero sí es un problema que subyace tanto en la 4ta como en la 5ta República. El fanatismo acá es sinónimo de soberbia y de orgullo. Al final del día todos discuten por cosas banales y no terminan de darse cuenta de que los problemas que le afecta a uno, le afectan a los demás, sin distinguir ningún bando o ideología política. Es increíble ver cómo las personas se destruyen a sí mismas y a los demás por eso. Personas que sesgadas por la política no tienen la suficiente madurez intelectual para poder dialogar de forma seria, y por eso no hay concesos que permitan estabilizar a la nación. Otra cosa que me parece terrible es que, sin importar el bando, el discurso de los líderes políticos es como el  Credo y el Acto de Contrición  para los católicos, lo que se dice es ley, y no hay cabida para el análisis individual o la capacidad de discernir en “lo que dice está bien o mal”. Como último resultado tenemos que todos terminan repitiendo cual loros las mismas palabras que algún individuo salió diciendo por TV, pero jamás van a tener una postura de crítica madura y propia.
3.     Ruptura de las leyes: Ligada muchas veces a la viveza criolla. La ruptura de las leyes es básicamente “creer que éstas se plasman  un librito y ya”, pero paso por encima de los derechos de los demás y los deberes propios. Eso comienza desde el lanzar un papelito de caramelo en la calle, hasta golpear a otra persona por pensar distinto, y quién sabe qué otras cosas más. Es incongruente el hecho de que en Venezuela la sociedad defienda o hable tanto de la Constitución, pero ni la leen, ni cumplen cabalmente con sus deberes, porque los derechos si son los que deben ser respetados,  pero… ¿deberes? , ¿ qué es eso?. Me permito recordar que todo ciudadano tiene deberes IRRENUNCIABLES, y que así como muchos los cumplen, los demás también están en la obligación de hacerlo.
4.     Clasismo: Ricos vs Pobres / Pobres vs Ricos. He visto cada caso patético de clasismo a lo largo de mi vida, y aun parece que eso no se va a acabar. El mismo guion cliché que honestamente me tiene cansada. Si alguien es rico ¿por qué ve con tanto desprecio a los pobres?, ¿por qué no ayudar a los pobres  con educación para que logren tener una vida digna?, ¿por qué no tenderle la mano a quién lo necesita?, y eso es algo que se puede hacer y es deber como ciudadanos. Ese desprecio del que hablo lo he visto en los supermercados, en la cola para comprar  cualquier cosa o para adquirir algún servicio, etc. Si eres pobre ¿por qué te afincas tanto en el pensar que todos los que son ricos es porque te robaron a ti?, ¿por qué no intentas abrirte a la idea de que si trabajas obtienes tus propios beneficios y puedes acostarte a dormir tranquilo de que lo que tienes es porque te lo ganaste con el sudor de tu frente?, incluso ¿ por qué ese odio hacia los que estamos en la clase media y que nos esforzamos todos los días como tú para salir adelante?. Mi respuesta es que sí se puede, solo debemos plantearnos metas  y trabajar en ellas. De esa forma nace el ciudadano útil. Se deben subsanar cuanto antes esas asperezas clasistas que están presentes en la sociedad venezolana, y que le han generado daño y dolor a muchos.
5.      Educación deficiente: Una educación que no se encarga de formar ciudadanos capaces de convivir con los demás no sirve, así de sencillo.
      Ese es mi top 5. Existen otros problemas más que hay que arreglar, pero se escapan de mis manos y no puedo recordarlos todos. Solo espero que Venezuela algún día pueda ser una nación potencia, en donde sus ciudadanos se comporten como individuos capaces de desenvolverse en la sociedad respetando a los demás. Si se puede, hay gente así que lucha todos los días por reanimar  a una Venezuela decaída no sólo por las malas gestiones en políticas públicas que se han dado desde  tiempos inmemorables, sino por la sociedad en sí.

      

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