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Fotografía: Madeline Rodríguez |
Una niña con un gran tesoro....
Y esa pequeña soy yo. La fotografía que hoy publico es parte de ese gran tesoro que aún se conserva intacto en mi casa. Les presento una muestra de mi colección de libros infantiles. .
Hoy buscando unas cosas en mi habitación los encontré de casualidad y sentí como una gran nostalgia me invadía. Dentro de mi cabeza se proyectó una película que me hizo revivir las mil y un aventuras que llegué a recorrer gracias a estos libros. No recuerdo con exactitud el día que llegaron
( estaba muy pequeña) pero sí cuando mi papá me los regaló.
Eran rutina mis tardes de lectura después del preescolar y la culminación de los deberes. Mi mamá me acompañaba durante esas horas, y cuando no podría colocaba el casette que aparece en la foto para que yo siguiera la narración. Me encantaban las ilustraciones, la historia, todo.Cuando llegó mi hermano, mi madre hacía lo mismo para que él escuchara, y no fue hasta unos años más tarde que él se uniría a esta especie de "ritual" en horas de merienda.
Mis padres no fueron los únicos en alimentar nuestra mini biblioteca. Cada vez que mis tíos limpiaban el cuarto de los chécheres nos regalaban sus cuentos infantiles. La Pequeña Vendedora de Fósforos forma parte de ese conjunto de títulos obsequiados por parte de mi familia, y cuya historia me la sé de memoria de tanto que la leí, y más en temporadas navideñas.
Estos primeros e inocentes pasos fueron los que lograron que la lectura se haya convertido en un verdadero y valioso hábito para mí. Muchas personas que me conocen dicen que "como libros" o que soy medio freak con los mismos, pero tras una infancia donde el contacto con los éstos fue frecuente y con una familia que puso sobre el tapete oportunidades para poder vivir esa significativa experiencia, no puedo ser de otra manera. Uno de mis primeros amores infantiles fue tener tantos cuentos como fuese posible, y así ocurrió.
No obstante la historia no se centra en mi persona siendo un simple lector activo. A los ocho o nueve años mi mamá me motivó a escribir mis primeras historias para las asignaciones de colegio. Era todo un reto para ambas pensar en algo innovador, encantador y chistoso para llevarlo como tarea, pero por muy difícil que fuese la labor al principio, siempre terminábamos creando un cuento con las características que mencioné. Abajo les dejo una fotografía con esas pequeñas producciones que yo misma elaboré siendo una niña, con la colaboración de mi madre, por supuesto.
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Fotografía: Madeline Rodríguez |
Lo verdaderamente hermoso de todo esto es la cantidad de momentos compartidos y mi formación como persona. Actualmente soy yo la encargada de satisfacer mi necesidad de leer, bien sea a través de mi tablet o comprando mis propios libros ( siendo honesta prefiero la lectura en físico que en digital). Cada vez que tengo la oportunidad adquiero uno,sino mis amigos me los prestan o regalan. Sin importar el medio de obtención, debo admitir que soy feliz porque uno de mis sueños se está materializando, y éste no va más allá de tener una biblioteca con muchos libros, todo gracias a ese incentivo que me dieron de pequeña a través de la literatura infantil . Con cinco años ya tenía destinado un lugar para coleccionar mis cuentos. Hoy este es mi lugar sagrado y valioso:
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