La semana pasada en mi clase
de Filosofía, el profesor de la cátedra
decidió mostrarnos una ponencia de Sir Ken Robinson titulada “Las escuelas
matan la creatividad”. Uno de los aspectos que más llamó mi atención fue que él
enfatizó en el hecho de que a nivel
mundial, existen dos materias en
específico que parecieran ocupar una jerarquía alta dentro de las instituciones,
y éstas son Lengua y Matemática. En un segundo eslabón se ubican las Ciencias Naturales y Sociales, para posteriormente dejar de último la enseñanza y
entrenamiento de la creatividad. Esta afirmación es correcta, ya que le
recuerda a las personas que en la sociedad de hoy se espera que la mayoría de los niños (o casi
todos) alcancen y dominen a la perfección las competencias relacionadas
con Lengua y Matemática, porque la creencia que circula es que se adaptan más a una realidad laboral y de
interacción para su futuro. Ahora bien, ¿ qué pasa si un niño no consolida las competencias en dichas áreas
de conocimiento? Se genera lo que yo
llamo una especia de estigma social.
Seré honesta al recordar esto,
siempre fui un fracaso en el área de matemática, y hoy en día todavía es una
materia que me cuesta muchísimo dominar, al punto de que siento aversión terrible al momento de resolver algún
cálculo matemático. Para establecer como una especie de armisticio en esta
guerra, mi madre me llevaba a clases particulares en casa de una señora alemana,
donde estabilicé un poco mi angustia porque ella supo cómo motivarme para
avanzar y poder “superar” el odio por la matemática. Este fue un camino largo
que comprendió desde el sexto grado de
Educación Primaria hasta el
quinto año de Bachillerato. Tiempo después, al entrar a la universidad, volví a sufrir con los cálculos. Yo no entendía el por qué a muchos de mis compañeros se les daba como
un paseo, mientras que yo sufría porque no veía de dónde se originaban los
resultados, cómo debía seguir los procedimientos,
etc. Posteriormente estudiando una materia relacionada con psicología, comprendí que yo no era la culpable de que
eso ocurriera. Mi único detalle es que de los dos hemisferios cerebrales el
derecho es el que predomina, es decir, el lado del cerebro donde habita la
creatividad. El lado izquierdo, quien lidera funciones como la lógica y el
cálculo matemático no colabora conmigo del todo. Esto no implica algún tipo de problema o patología,
sino que sencillamente esa es mi naturaleza, y no estoy sola en eso, porque a
muchas personas les pasa lo mismo, siendo un caso similar o viceversa eso ocurre,
y es más normal de lo que se puede creer.
Ahora bien ¿cuándo viene el
problema? cuando en la familia y en la escuela se condena el hecho de que
algún individuo no domine habilidades de alguna naturaleza en
específico, y ese es un grave error. Se tiene la tendencia de asociar esto con
el desinterés, la irresponsabilidad y la indisciplina, siendo un motivo válido para ejecutar castigos y estigmatizar a las
personas catalogándolas de “brutas”. Ese
es el génesis de este post, el cual es un vehículo para desmontar ese tabú y
para hacer un llamado de atención a todo aquel que mantenga esta creencia y aún
comulgue con ella.
En primer lugar NADIE es bruto,
sólo existe diversidad de personas. Con diversidad de personas me refiero a que
hay individuos con necesidades que atender, unas más severas que otras, pero
necesidades al fin; es más, me atrevo a asegurar que todos tenemos alguna
carencia qué atender. Lamentablemente ni la escuela ni la familia hacen caso a esto.
Como docente y como estudiante he presenciado más de un caso donde procesos
como la compresión lectora y el cálculo matemático son deficientes, pero ¿ se
deberá nada más a que el estudiante es bruto y no sabe cómo hacer las cosas, o
será más bien que como escuela, familia y amistades no hemos hecho nada por
cambiar esa situación?. Lo dejo a reflexión para que cada quien lo analice
desde su punto de vista.
En segundo lugar es importante
destacar la importancia que tiene el componente afectivo en todo este asunto.
La motivación y la cercanía que se suministre durante la formación del
individuo en cualquier dimensión es un factor determinante, y no es una opinión
personal. Teóricos del aprendizaje como Piaget, Vigotsky y Bruner ( sólo por
mencionar algunos) coinciden en que el aprendizaje también es social,
entonces ¿ qué debe existir en el
entorno donde se desenvuelve el estudiante? una cantidad sustanciosa de
motivación para generar interés en el estudio ,mucha asertividad y afecto. La
ganancia que se obtiene es significativa, asociada con la autoestima y la
seguridad de la persona.
Por otra parte (enfocado al contexto netamente educativo) se
encuentran las estrategias de enseñanza aprendizaje. Éste puede que sea un
concepto un tanto complicado sino se está dentro del área de educación, pero es
más simple de lo que pinta. Las estrategias de enseñanza aprendizaje no son más
que aquellas actividades que se diseñan para enseñar y aquellas que se ejecutan
y ponen en práctica para aprender.
Plantearé un caso hipotético. Supongamos que en un aula de clase
regular exista un grupo que, a pesar de
que se le explique una y otra vez algún contenido relacionado con matemática,
siguen saliendo mal en las evaluaciones en reiteradas oportunidades. Si se está
en presencia de un momento similar ¿ qué hay que hacer?, revisar las
estrategias que se están empleando y conocer mejor a los estudiantes para
determinar cuáles son sus fortalezas y sus debilidades, así como también sus
gustos, intereses y ver cuál es el canal predominante en cada uno ( auditivo, visual, kinestésico,
etc). Créanme cuando les digo que una revisión y cambio de estrategias oportuno puede hacer del
aprendizaje algo placentero en lugar de una experiencia tortuosa y traumática.
Como tercer punto, y el que
considero uno de los más importantes, es entender las diferencias para poder
aceptar la diversidad. No todos funcionamos de la misma manera, no asimilamos
en base a un mismo criterio, en fin no somos iguales, y al ser diferentes no es un hecho obligado
realizar las actividades de la misma forma; por ende no hay derecho de
condenar a quien no domine algún área en específico. Resulta imprescindible
que, ante la realidad actual, la sociedad se abra a la idea de dejar a sus ciudadanos libres para escoger y
discernir entre qué les funciona y qué no. Si hay algo que he aprendido es que el
aprendizaje puede ser integrado, entonces, si a alguien le cuesta matemática
pero es bueno en arte ¿por qué no enseñarle a través del arte algo de cálculo? Si
se puede, y funciona.
Para cerrar este post, mis
queridos lectores, me gustaría que por un segundo piensen en cómo cambiaría la
calidad de la educación en casa, la escuela, la sociedad en general, si todos
se abrieran a la diversidad y al cambio, al igual que brindar ayuda en lugar de
dirigir juicios de valor a personas con
alguna necesidad en específico. Para promover un cambio real, cuyos resultados
sean perceptibles, debe existir el interés y la tolerancia para romper el
paradigma del cual estamos tan mal acostumbrados y que ha generado un infinito
número de tabúes que, al final del día, destruyen las aspiraciones y las
fortalezas de las generaciones de relevo.
Sé parte del cambio ¡únete y
comparte!
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